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ACERA DE

ACERA DE

Después del éxito en Londres y Barcelona, Bellillo regresa a casa, y lo hace aún más consciente de que el sacrificio, la pasión, la dedicación y el amor por su mismo trabajo, tarde o temprano rinden sus frutos.

La búsqueda de materias primas de excelencia, de la producción hasta la manufactura, son la base sobre las que nace el proyecto Bellillo, y por eso nuestro lema “From our lands to your hands” (de nuestra tierra a tus manos). Los productos que compartimos con los clientes, aquellos que ponemos sobre nuestra pizza, son controlados personalmente y paso a paso por nuestro fundador y pizzero Francesco Vigna, que no deja nada al azar y poniéndole minuciosa atención a cada detalle… El nombre Bellillo se ha escogido a partir del dialecto napolitano “bellillo”: después de haber pensado a muchos nombres posibles que no nos convencían, nuestra única pregunta era “amma truvà nu nomme Bellillo” (busquemos un nombre Bonito), y en ese momento la respuesta fue en seguida “ma pecchè nun o chiamme proprie Bellillo?” (¿pero por qué no lo llamamos exactamente “Bellillo”?)

Después del éxito en Londres y Barcelona, Bellillo regresa a casa, y lo hace aún más consciente de que el sacrificio, la pasión, la dedicación y el amor por su mismo trabajo, tarde o temprano rinden sus frutos.

La búsqueda de materias primas de excelencia, de la producción hasta la manufactura, son la base sobre las que nace el proyecto Bellillo, y por eso nuestro lema “From our lands to your hands” (de nuestra tierra a tus manos). Los productos que compartimos con los clientes, aquellos que ponemos sobre nuestra pizza, son controlados personalmente y paso a paso por nuestro fundador y pizzero Vigna Francesco, que no deja nada al azar y poniéndole minuciosa atención a cada detalle… El nombre Bellillo se ha escogido a partir del dialecto napolitano “bellillo”: después de haber pensado a muchos nombres posibles que no nos convencían, nuestra única pregunta era “amma truvà nu nomme Bellillo” (busquemos un nombre Bonito), y en ese momento la respuesta fue en seguida “ma pecchè nun o chiamm propj Bellillo?” (¿pero por qué no lo llamamos exactamente “Bellillo”?)

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